15 de septiembre de 2019

U.D.1: LA BÚSQUEDA DE DIOS 2


Conocer cómo predicaba Pablo para responder a las preguntas que le hacían los sabios de la ciudad de Atenas.
Darse cuenta del contenido que más les llamaba la atención a los sabios en la predicación de Pablo: que Dios lo había creado todo y que Jesús había resucitado de entre los muertos.
Valorar que la predicación de Pablo tiene una respuesta positiva a las preguntas más difíciles que se hacen las personas.



TRABAJAMOS CON LAS EMOCIONES
Conciencia y regulación emocional

Hacerse preguntas sobre el sentido de la vida, la importancia o el valor de las acciones, el origen o el final de la vida, es desarrollar la inteligencia espiritual. La reflexión sobre estas preguntas provoca la aparición de un ámbito interior,
trascendente, un ámbito espiritual, que va a facilitar la comprensión de respuestas como las que Pablo da a los filósofos de Atenas. El filósofo, el sabio, está en permanente inquietud por saber la verdad del universo, de la vida y de otras cuestiones. Conviene explicar la importancia de anhelar saber la verdad. Ayudar a las niñas y niños a mantener ese espíritu inquieto por encontrar la verdad de los cosas. Esta actitud mantiene alerta ante quienes quieren engañar o manipular. Este proceso predispone para desarrollar habilidades que les ayuden a enfrentarse a los retos y situaciones difíciles
que plantea la vida.




El capítulo 17 del libro de los Hechos donde Lucas nos relata lo que sucedió en Atenas cuando Pablo visitó la ciudad en su segundo viaje misionero
 (Hch. 17:16-34).


Pablo en Atenas

16 Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría. 17 Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían. 18 Algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos discutían con él. Unos decían:
—¿Qué querrá decir este palabrero?
Y otros:
—Parece que es predicador de nuevos dioses.
Esto decían porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección.19 Lo tomaron y lo trajeron al Areópago, diciendo:
—¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas?, 20 pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber qué quiere decir esto.21 (Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo.)
22 Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo:
—Atenienses, en todo observo que sois muy religiosos, 23 porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: “Al dios no conocido”. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerlo, es a quien yo os anuncio.
24 »El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas 25 ni es honrado por manos de hombres, como si necesitara de algo, pues él es quien da a todos vida, aliento y todas las cosas.
26 »De una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos y los límites de su habitación, 27 para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarlo, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros, 28 porque en él vivimos, nos movemos y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: “Porque linaje suyo somos.”29 Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. 30 Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; 31 por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, acreditándolo ante todos al haberlo levantado de los muertos.
32 Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban y otros decían: «Ya te oiremos acerca de esto otra vez.»
33 Entonces Pablo salió de en medio de ellos. 34 Pero algunos de los que se le habían juntado, creyeron; entre ellos, Dionisio el areopagita y una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos.



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