El hinduismo es una antigua religión del Sur de Asia,
conformada por diversas denominaciones. Sus seguidores la consideran la más
antigua del mundo, llamándola "sanatana dharma" (religión eterna). No
tiene un fundador específico y se origina en la civilización del valle del Indo, alrededor de 4.500-5.000 a.C. Este sincretismo hinduista se desarrolló
entre el 500 y el 300 a.C., influenciado por la religión védica. El hinduismo
abarca una amplia gama de prácticas, creencias y textos sagrados como los Vedas
y el Bhagavad Gita. Es una síntesis de diversas culturas y tradiciones indias,
reflejando la riqueza y complejidad de la historia y la espiritualidad del
subcontinente.
Etimología
La palabra "hindú" se origina del término persa
"sindhu", que evolucionó a "hindu" o "khindu". El
término "hinduismo" fue acuñado por Ram Mohan Roy en 1816 para
referirse a las prácticas religiosas de la India, excluyendo al budismo y
jainismo, adoptado por nacionalistas indios contra el colonialismo británico.
Antes, la categorización religiosa no era clara. "Hinduismo" se
utilizaba para aquellos que no seguían religiones abrahámicas. Se considera un
término paraguas para varias tradiciones índicas. La palabra "hindú" proviene
del francés "hindou", derivado del persa "hindú", referente
al río Sindhu. "Hinduista" designa a quienes practican el hinduismo o
forman parte de su cultura. El término "hindú" también se usa para
referirse a los naturales de la India, aunque genera confusión con los indígenas
de América.
Mezcla de culturas
El hinduismo es una religión compleja y diversa que
abarca una amplia gama de ideas espirituales y tradiciones. Carece de una
autoridad central, un libro sagrado único o un fundador definido. Los
hinduistas pueden tener diferentes creencias, desde politeístas hasta ateos, y
su práctica puede variar enormemente. El término "dharma" se prefiere
en la India, ya que abarca más que simplemente una religión. Esta tradición ha
sido perseguida a lo largo de la historia, especialmente durante las invasiones
musulmanas, y ha sido objeto de prejuicios coloniales. A pesar de estas
dificultades, los hinduistas consideran su tradición como la más antigua del
mundo y la llaman "sanātana dharma", creyendo que ha existido durante
más de 5000 años. Aunque complejo y diverso, el hinduismo se une en el respeto
por las escrituras védicas y en un sentido de orgullo por su herencia cultural.
Tipos
Monoteísmo. Muchos hinduistas
creen en un solo dios.
Politeísmo (creencia en varios
dioses). Como varias religiones de la India, profesan el sincretismo.
Advaita. Monismo absoluto.
Defiende la existencia de un solo Dios (El absoluto Brahman), que parece muchos
dioses debido a la ilusión (el velo de maia).
Culto con imágenes.
Para los hinduistas, Dios puede tomar la forma de una estatua para que sea más
fácil adorarlo. A medida que una persona avanza en su camino espiritual, puede
empezar a ver a Dios en todas partes y ya no necesita la estatua. Esta forma de
Dios se llama Paramatma, que está en todo y hace que todo sea sagrado.
El hinduismo tiene diferentes ramas, como el visnuismo
(adoración de Vishnú), el krisnaísmo (adoración de Krisná), el shivaísmo
(adoración de Shiva) y el shaktismo (adoración de la diosa Kali). Todos
respetan la reverencia hacia los brahmanes (sacerdotes) y las vacas, que son
consideradas sagradas porque proporcionan leche, un alimento importante en la
cocina india.
El hinduismo también tiene varias corrientes filosóficas
y acepta diferentes divinidades, que algunos ven como aspectos de un único
dios. Otras creencias incluyen el alma, la reencarnación, el karma y el dharma.
Creencias
El hinduismo es una religión con muchas creencias y
prácticas diferentes, pero algunas cosas son comunes para todos los hinduistas:
- Tienen rituales importantes, como recitar oraciones,
meditar y celebrar festivales. - Tienen textos sagrados, como los Vedas y la
Bhagavad-gītā, que discuten sobre religión, filosofía y yoga.
- Creencias importantes incluyen el karma (que es como
las acciones afectan tu vida), el samsara (que es el ciclo de nacimiento y
muerte), y el dharma (que son tus deberes y responsabilidades).
- Algunos
hinduistas son vegetarianos porque creen en ahimsa, que es no hacerle daño a
ningún ser vivo.
- Hay diferentes
ramas del hinduismo que adoran a diferentes dioses, como Vishnú, Shiva o la
diosa Kali.
- Para algunos, Dios es una persona con la que puedes
tener una relación cercana (bhakti), mientras que para otros, Dios es una
fuerza universal (gñana).
- Hay una idea importante llamada ishta dévata, que
significa que cada persona puede tener su propia idea de Dios y todas son
igualmente respetadas.
- Aunque hay muchas representaciones de Dios, al final,
los hinduistas creen que hay una sola fuerza divina que está detrás de todo.
Estas son solo algunas de las creencias y prácticas que
se encuentran en el hinduismo, que es una religión muy diversa y compleja.
Textos
sagrados
Los hinduistas valoran una variedad de textos antiguos
que se consideran sagrados, divididos en dos categorías principales: Shruti y
Smriti. Los Shruti, o escrituras "reveladas", incluyen los cuatro
Vedas y las Upanishads, que se consideran la base del conocimiento hinduista y
se siguen de manera literal. Por otro lado, los Smriti, o
"recordados", comprenden textos como el Mahabharata, el Ramayana y
los Puranas, que ofrecen enseñanzas religiosas y mitológicas, así como
conocimientos sobre medicina tradicional. Estos textos, que datan desde el
tercer siglo antes de Cristo hasta el siglo XI después de Cristo, han moldeado
el hinduismo hasta la actualidad, combinando influencias budistas, brahmánicas
y dravídicas desde el tercer siglo antes de Cristo.
El domingo 19 de octubre la Iglesia celebra el DOMUND, la Jornada Mundial de las Misiones, organizada por Obras Misionales Pontificias(OMP). Es el día en el que, de un modo especial, la Iglesia universal reza por los misioneros y colabora con las misiones. Se celebra en todo el mundo el penúltimo domingo de octubre, el “mes de las misiones”. Este año el lema elegido para la celebración de esta Jornada es “Misioneros de esperanza entre los pueblos».
«Misioneros de esperanza entre los pueblos», lema de este año
El lema de este año para el Domund”, viene dado en el mensaje del papa Francisco para este Día. En él, recordaba a cada cristiano, y a la Iglesia como comunidad de bautizados, su vocación fundamental a ser mensajeros y constructores de esperanza. Esta vocación necesita el apoyo del resto de la Iglesia. ¿Cómo? Hay tres formas de cooperación misionera: personal, espiritual y económica. No se trata sólo de colaborar con la misión, sino de participar en ella.
España: segundo país que más colabora con el Domund
En la actualidad, España es el segundo país que más colabora con el Domund, por detrás de Estados Unidos. Nuestro país envió a misiones en 2024 10.351.613,49€ para la financiación de los proyectos de 2025.
Además, España es uno de los países que más misioneros tiene repartidos por el mundo. Unas 377 instituciones envían misioneros a la misión, cada una con un carisma diferente, pero todas en comunión con la Iglesia.
En la base de datos de OMP, hay registrados 9.648 misioneros españoles. De ellos, 5.624 están en destino, y 4.024 en España, colaborando con la animación misionera o a la espera de nuevos destinos. Además, el 53% de los misioneros españoles son mujeres, y el 47% hombres y el país con más misioneros españoles es Perú (524).
Cabe destacar en este día que en total existen 1.131 territorios de misión, que representan un tercio de las diócesis del mundo. En ellos, se encuentran cerca de la mitad de las escuelas de la Iglesia Católica, y el 30% de sus instituciones sociales (hospitales, orfanatos, residencias…).
JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES
El Domund es el día en que, de un modo especial, la Iglesia universal reza por los misioneros y colabora con las misiones.
Se celebra en todo el mundo el penúltimo domingo de octubre, el “mes de las misiones”.
ESPERANZA CON FUNDAMENTO
José María Calderón,
Director de OMP en España
En este mundo en el que vivimos, hay muchas promesas. Los políticos, los economistas, los publicistas, los comerciales…, todos nos prometen un mundo mejor, sin tanto sufrimiento, sin tanta guerra, y ¡nunca termina de hacerse realidad!
Es una promesa ingenua y sin fundamento, porque se olvidan de que el ser humano es pecador y, mientras estemos en esta tierra, siempre habrá egoísmo, soberbia, deseos de venganza… Lo “divertido” es que ¡los que lo prometen también son pecadores!; y muchas veces sus promesas se convierten en trampolín para conseguir ellos lo que prometen, pero que a los demás no dan. Además, se olvidan de que en este mundo siempre, siempre, habrá enfermedades, catástrofes, accidentes… involuntarios, pero reales. Y, por mucho que nos esforcemos, no conseguiremos evitarlos.
No es que no crea que el hombre puede hacer cosas bonitas y grandes en este mundo. De hecho, es algo que no podemos dejar de desear, pero con sentido de la realidad: la esperanza no la dan las cosas de esta tierra; la esperanza de verdad la da exclusivamente Dios.
Por eso, me atrevo a decir que los hombres y mujeres que han abandonado todo para dedicar su vida a llevar la verdad del Evangelio son lo que pueden provocar la esperanza en las personas, en las culturas, en los pueblos. Los misioneros que proponen el verdadero ideal del hombre, que no es otro que Cristo, son, sin duda, sembradores de esperanza para aquellos cuyo horizonte es pequeño y caduco.
No prometen falsas riquezas, no prometen un mundo sin dolor. Al dolor lo llaman cruz, y en la Cruz encuentran al Redentor. No prometen un mundo sin injusticias y sin abusos ni atropellos, porque no promueven una ideología. Prometen un mundo en el que el hombre está llamado a convertirse, a mirarse ante el Salvador y proponerse renovar su deseo de eternidad.
El Domund de este año nos pone delante a esos sacerdotes, religiosas, obispos, laicos y familias que no viven de utopías, de sueños inalcanzables, sino que miran al mundo, a los pueblos, a las gentes con un profundo amor y desean darles la seguridad de un Dios que les ama con locura y que quiere para ellos lo mejor. Un Dios que ha regalado al hombre que se dirige a Él el perdón y la misericordia. Un Dios que le ha prometido la felicidad para toda la eternidad. Un Dios que no le engaña y no le dice que su vida, aquí en la tierra, va a ser perfecta, pero sí le asegura su compañía, su consuelo y su gracia en todo momento, y, de modo particular, en los tiempos de dolor, de angustia, ¡de cruz!
Lo hemos comprobado todos. Cuando algún amigo, quizás nuestra madre o nuestro padre, nos ha hablado al corazón de ese Dios que quiere estar cerca de nosotros y que quiere compartir nuestro dolor, se nos han esponjado las entrañas, nos hemos quedado con más paz, hemos descubierto que ¡el mal no tiene la última palabra!
Evidentemente, las palabras de ánimo y de fe que nuestros misioneros transmiten ¡van acompañadas de obras de amor!; y esas obras ayudan a crecer, también, humanamente. Son realidades tangibles, como escuelas, dispensarios, orfanatos, casas de acogida…, que nos recuerdan que el hombre es también de carne, y vive en un mundo del que se tiene que valer para vivir con dignidad y con proyección a un futuro. ¡El mismo Dios se hizo hombre!, “trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado”; por eso, el Concilio no duda en afirmar: “Cristo, el nuevo Adán…, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación” (GS 22).
Para quienes tenemos fe, la Jornada del Domund es una oportunidad que se nos da para que cada uno de nosotros nos alegremos cuando nos enteramos de que, en África, en Asia, en América, los misioneros están trabajando denodadamente por llevar la esperanza verdadera al corazón de tantísimas personas que no conocen a Cristo. Esos “Misioneros de esperanza entre los pueblos” están haciendo posible que muchos descubran la belleza y dignidad de sus vidas. Están transformando este mundo en el Reino de Dios, el que pedimos en el padrenuestro: “¡Venga a nosotros tu reino!”. Pero no apoyándose en falsas promesas ni en ideologías destructivas, sino invitando a la conversión del corazón a cada uno, para que Dios pueda hacer de ellos constructores de paz y alegría.
Seamos misioneros de esperanza nosotros también, apoyando con nuestra oración y nuestra colaboración económica a aquellos de quienes nos sentimos tan orgullosos, y que son nuestros hermanos misioneros.
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