EL REINO DE DIOS
Jesús utiliza esta expresión para referirse a la manera
en cómo Dios actúa, es decir Jesús, al
igual que toda la tradición bíblica, no habla de Dios en sí mismo, sino de Dios
en relación con los seres humanos.
El reino de Dios para Jesús es la manera en que Dios
manifiesta su actuación en medio de la historia. De esta forma, el reino de
Dios es un mensaje de fortaleza en el presente y de esperanza en el futuro para
los pobres, los hambrientos, los afligidos: para todos los desgraciados.
Cuando Jesús aparece predicando las “Bienaventuranzas”,
qué son cómo el programa del reino de Dios, no está presentando, en primer
lugar, un programa moral, sino un mensaje teológico: se trata de Dios que
promete la liberación de los pobres y quiere que, en medio de sus dificultades
y sin resignarse a ellas, encuentren esperanza y fortaleza todos los que
sufren. No se trata pues de que Dios vaya a recompensar las virtudes de los
pobres y los hambrientos. No hay ninguna idealización de la pobreza. Al contrario,
la pobreza, el hambre y el sufrimiento son un mal y Jesús anuncia que el
reinado de Dios será la liberación de todo ello, más aún, les invita a que
encuentren consuelo, fortaleza y esperanza en Dios, cuya acción en la historia,
aunque escondida, el anuncia.
El reino de Dios se traduce en actitudes de acogida con
los pecadores, de respeto y reivindicación de las mujeres estigmatizadas, en
sanación de los enfermos, en liberación de los “espíritus impuros”. La
traducción histórica del reino del Padre es la fraternidad entre los seres
humanos. Aceptar la salvación en Dios Padre sitúa la vida humana bajo el
paradigma real de la misericordia, que no es un sentimiento sino una actitud
fundamental, la misericordia “se hace” en el día a día.
Otra consecuencia del anuncio del reino es la capacidad
de ser inclusivos. Esto deriva de la práctica del mismo Jesús que no busca la
renovación de Israel por un reforzamiento de las leyes de pureza, sino
anunciando la cercanía de un Dios misericordioso.
La propuesta del reino de Dios, es la expresión de un
Dios cercano, que quiere una vida más sana y digna para los seres humanos,
especialmente los más pequeños y vulnerables. Y todo aquel que se diga
discípulo de Jesús debe entrar en esta lógica de generar una vida más sana, más
digna y más justa, especialmente para los más vulnerables y frágiles. En
palabras del Papa Francisco, se trata de “cuidar de la fragilidad”.
Las Bienaventuranzas
Mt 5, 2-12
"Jesús comenzó a enseñarles, diciendo:
Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les
pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en
herencia.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque
serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán
misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a
Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán
llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia,
porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y
cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán
una gran recompensa en el cielo."
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